Desde hace varios siglos se sabía que era posible adquirir inmunidad de cierta enfermedad contrayéndola. En el Medio Oriente y en el Lejano Oriente los médicos usualmente bloqueaban la viruela tomando tejidos de las personas infectadas. Aunque a ciencia cierta, se trataba de un sorteo sobre si la persona adquiría la viruela benigna o aquella que podía ser fatal. Era una cuestión de vida o muerte. A pesar de todo el riesgo que eso significaba, la técnica se extendió y llegó a Europa. Así, los enfermos que se sentían en peligro, preferían tomar el riesgo buscando contraer la viruela benigna y hacerse inmunes. En el siglo XVIII, un médico inglés, Edward Jenner, descubrió un mejor método para la protección contra la viruela. Se percató de un hecho muy curioso: las mujeres que ordeñaban a las vacas se infectaban de un solo tipo de viruela benigna, llamada viruela de vaca. Estas mujeres casi nunca se contagiaban del virus verdaderamente peligroso y ante tal hecho Jenner se pregunt
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