El día de hoy leí una anécdota que me pareció bastante buena y por eso se las comparto tal cual la leí: Londres, primavera de 1941. Alice Smith no estaba pensando con la cabeza. Cuando comenzó a sonar la alarma, la que indicaba que habría otro bombardeo, se encerró en el baño en lugar de irse al refugio. Era las dos de la mañana y poco a poco, logró llenar la tina con agua tibia, le echó todo el jabón que quedaba -que en realidad no era mucho- y se metió a disfrutar de ese placer negado desde hacía tanto. Mientras se sumergía en ese micro-mundo de hedonismo y evasión, sobre la capital del viejo Imperio caían bombas y bombas alemanas. Alice no quería saber más de aquella guerra que ya se había tragado a sus hermanos. Supo desde el primer instante que su baño no sería largo porque la temperatura del agua se enfriaría rápidamente. "Hasta que aguante", se dijo a sí misma. Lo que nunca se imaginó es que varias bombas caerían en su edificio y que una de ellas s
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