El 15 de noviembre de 1532 los españoles encabezados por Francisco Pizarro, llegaron a Cajamarca, norte de Perú, donde se encontraba el rey Atahualpa, quien recién había tomado el trono de los incas. Junto con su ejército planeaba expulsar a los invasores; ellos se sorprendieron al verlo sentado en un gran trono de oro y admiraron su collar de esmeraldas. Las armas de fuego y los caballos decidieron la victoria a favor de los españoles, quienes apresaron al monarca inca y exigieron un cuantioso rescate a cambio de respetar su vida. Atahualpa les ofreció un cuarto lleno de oro y dos de plata, Pizarro aceptó, entonces los incas reunieron muchas de las riquezas dispersas en sus dominios. De acuerdo cono los datos aportados por el cronista Garcilaso de la Vega, el rescate superaba el total de la producción de oro en Europa. Sin respetar el acuerdo, el 26 de junio de 1533 los españoles ejecutaron al rey inca. Los indígenas, capitaneados por el caudillo Orominavi, rescataron el cadáver
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